miércoles, 6 de abril de 2011

Me estás estresando...

En unos días hará tres meses que pisamos por primera vez Guatemala, por lo que teníamos que salir del país para poder quedarnos unos mesecitos más sin problemas con la ley.
Nos dejaron el viernes libre para poder escaparnos a Belice, país vecino geográficamente, pero muy lejano en todo lo demás. Nada más cruzar la frontera se ven mil diferencias, las más llamativas son el idioma y la gente. La lengua oficial es el inglés y la mayor parte de la población es, como dicen ellos, morena (en mi pueblo negros o de color).
Desde San Andrés hay un largo camino. Como siempre, fuimos a Santa Elena, donde tomamos un minibús a Melchor de Mencos, último pueblo guatemalteco. Allí cuñamos el pasaporte y entramos en Benque Viejo del Carmen, que como bien intuís es el primer pueblo beliceño, lugar desde el que salía este bonito autobús en dirección Belice City. Se supone que era “non stop”, es decir, sin paradas, pero si no se detuvo cien veces a recoger gente, no se paró ninguna... menos mal que ya estamos acostumbradas al ritmo chapín.



Más o menos a medio camino está Belmopán, capital del país y desde el jueves, ciudad que lidera la lista de capitales más feas que conozco, aunque no vimos mucho, creo que tengo datos suficientes para ponerla en el podium. Llegamos a nuestro destino un poco tarde, por lo que fuimos directamente a un hostal a cenar y dormir, ya que nos dijeron que no era muy recomendable salir por ahí a dar una vuelta. A la mañana siguiente despertamos antes que el resto de la ciudad y en busca de algo para desayunar empezamos a descubrir el carácter caribeño. Muchos nos saludaban, nos sonreían y nos daban conversación. ¡Muy majos ellos!

Por recomendaciones varias elegimos Cayo Caulker para pasar viernes y sábado. Es una islita a una hora de Belice City , donde todo lo que hay que hacer es relajarse y bañarse en el mar Caribe, como dice Sanne, ¡pura vida!

En el taxi-barco de camino nos ofrecieron subir a cubierta y allí pasamos todo el trayecto, algunas pilotando y otras tumbadas disfrutando de la brisa marina mientras uno de la tripulación nos contaba cosas sobre el país que terminábamos de conocer. La siguiente foto es todo lo que se veía desde el mar al llegar: casitas de colores, muelles y playitas con palmeras.



Lo primero que hay que hacer al llegar es ponerse el bikini, andar descalzo y perder la noción del tiempo. El viernes fuimos a conocer el split, formado a causa de un huracán que hubo en los '70 y que partió la isla en dos, donde se congrega la mayor parte del turismo de la zona, ya que la playa es grande y se pueden ver peces tropicales, estrellas de mar y algún que otro trozo de coral. Después de pasar todo el día por ahí, cenamos pescadito y salimos de fiesta. Primero bailamos en la playa gracias a la guitarra de un mexicano que se ganaba la vida cantando en restaurantes y con él y más gente de la zona que habíamos conocido durante el día nos dirigimos a un bar con música garífuna en directo. Los locales son un tanto curiosos, estilo jamaicano, con sus rastas, su música reagge y sus cervezas. Uno de ellos era conocido como “Coco loco” porque se dedicaba a vender cocos y lo demás, queda a la imaginación de cada uno. Su lema era “I'm Coco Loco, they call me loco, but I'm not crazy”, un personaje. Bailamos con un señor que llevaba una moneda metida en la oreja y nos fuimos a conocer la discoteca que inauguraban esa noche. Entre que no nos gustó mucho la música y que la edad no perdona... nos retiramos prontito, poco después de la Cenicienta.
Aquí van un par de fotos que ilustran la noche.






Al día siguiente, más playita y planazo que nos salió de la nada. Estando en el split unos chicos nos ofrecieron ir con ellos a hacer una excursión en barco, a ver el arrecife, pescar (si picaban) y tomar algo fresquito. Poco a poco fueron reuniendo gente y nos juntamos unas 20 personas, cada uno de su padre y de su madre, navegando en un velero. Cambiamos el arrecife por una isla impresionante, donde vivía Mike, un hombre beliceño super majo que vivía solo en mitad de la nada. Es difícil describir la sensación de estar en una isla del caribe bebiendo un ponche fresquito con ron y zumo de frutas mientras el sol se esconde hasta empezar un nuevo día. Pero creo que podéis haceros una idea :P Navegamos de regreso bajo la luz de las estrellas y nos fuimos a cenar con algunos de nuestros nuevos amigos. Bar de reagge para despedirnos de la isla... y madrugón de regreso a casa.

Poco más puedo decir, sólo que si después de leer los grandes éxitos del fin de semana os animáis, ¡nos vemos en Belice!

3 comentarios:

  1. Q bien vivís.........Yo quierooooooo!!!!!!!!! (Patri)

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  2. Grande Caye Caulker, nosotros nos pasamos ahí 4 o 5 días, no fuisteis al Wish Willy? Era la caña, le pedías cena y te daba lo que le apetecía, pero riquísimo, y para beber también, cualquier mezcla. El tío era un filósofo. Da mucho que pensar ver cómo viven allí, es el paraíso.

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  3. Sí, Helena, es el paraíso! :) Sólo nos dio tiempo de disfrutar de una cena en restaurante, así que no tuvimos el gusto de conocer a Willy... pero si volvemos, me lo apunto.

    Patri, ven cuando quieras, que en el fondo, no es tan caro!

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